lunes, 28 de septiembre de 2009

COCTEL SELVA NEGRAº

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Escribe Carlos Rengifo
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Las historias de estudiantes y sus aventuras dentro de los claustros educativos han sido desarrolladas en diversas ocasiones por autores que han debido centrarse, mayormente, en el cerrado universo juvenil que estas cuatro paredes convocan, y sus horizontes limitantes, trayendo consigo anécdotas, episodios, dramas, estudios y detalles que se alimentan mucho del esfuerzo común y generalizado que sus protagonistas deben sortear, dentro de los cánones que estas mismas instituciones imponen y exigen, a fin de rebasar las trampas y obstáculos que en el camino se presentan, para llegar a una meta determinada que los libere de sus problemas o los esclavice aún más, según como se haya atravesado el proceso. En torno a aquel tronco principal, es que surgen temas particulares con los cuales uno puede identificarse o rechazar, sufrir o alegrarse, sabiendo que los hilos conductores que allí se mueven no son ajenos a las pulsaciones humanas, por haber sido, cerca o lejanamente, transitados alguna vez en el fresco itinerario del aprendizaje. Toda inauguración tiene su clausura, todo inicio de curso trae colgada la llave de su final, pero en el ínterin del trayecto, si bien las lecciones y las rutinas son conocidas y habituales, los detalles que singularizan dichos espacios podrán separarlos de la regla ordinaria y crear un cuadro novedoso para beneficio de los lectores.
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«Coctel Selva Negra», el libro de Sergio Barandiarán que presentamos esta noche, tiene esa singularidad. Escrito con un lenguaje sobrio y funcional, salpimentado de vocablos resaltantes y dejos extranjeros, relata la historia de Carlos, un universitario peruano en las calles de Friburgo, Alemania, hacia donde ha ido a estudiar con una beca, entre un conjunto de compañeros con similares características, aunque de diversos rasgos y nomenclaturas, a través de estudios que se mezclan con cachuelos esporádicos y situaciones sensitivas que abundan en la emotividad y el enredo, en los clicks amorosos y las responsabilidades laborales. Ya de entrada, el autor nos indica, por intermedio del narrador, Carlos, las pistas por las cuales el relato irá transitando, presentándonos a los otros personajes, hombres y mujeres de diferentes nacionalidades, que habrán de redondear el clima abierto, poco definido, de las relaciones amorosas o simplemente placenteras que surgen y desaparecen, que empiezan y terminan dentro de un panorama open main que signará los hechos que se irán sucediendo. En primer lugar, aparece Sydney Kim, un estudiante oriental, mitad brasileño y mitad coreano, cuyas manos y dedos hábiles para los masajes afrodisíacos, despertarán el verdadero empaque sensible del narrador.
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La ambigüedad sexual cobra vida entonces a lo largo de las siguientes páginas, en donde los gustos en cuanto a género parecen volatilizarse, expandirse, saltar normas establecidas y en muchos casos represoras, hasta abrir los armarios porfiadamente cerrados, dentro de los cuales se muestra esa poco clara línea transgresora de lo que debe ser, o se cree que debe ser, una convencional pareja, para llevarnos por el camino de lo formal e informal, de la mascarada con respecto a la presencia en la sociedad, al cumplimiento de las formas, en detrimento de los auténticos deseos y las incontrolables ansias de una soltadura de trenzas que, sin embargo, no llega a encimar, a ser protagonista y dejar en segundo plano el papel que todo hombre y mujer debe cumplir dentro de las normativas sociales. Al final, los personajes parecen resignarse a esta situación, y aquello que en realidad los motiva y llena de múltiples vibraciones queda supeditada a la anécdota, a la aventura ultramarina, al choque y fuga que solo deja la bolladura del parachoque y no la colisión total.
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Con este juego, el autor nos recrea también un ambiente en donde nada está dicho, en donde los papeles son intercambiables y no se puede asegurar la identidad de nadie, pues si bien muchos de ellos presentan la cara lavada para la platea que todos quieren ver, también ocultan el secreto que los anima a seguir en la brega rumbo a su hedonista satisfacción. Brasileros, argentinos, venezolanos, chilenos, se juntan en esta trama (primero, como becarios universitarios; luego, como hombres con esposas e hijos) en la que la dualidad hombre-mujer, hombre-hombre y mujer-mujer colman el rosario de aventuras sexuales, romances volubles, entusiasmos afines, gustos pasajeros, juergas y encontrones en medio de un universo de libertades y opciones permitidas. Y todo ello contado con cierto tinte irónico y hasta un tanto jocoso en algunos pasajes, con alusiones a ciudades europeas y latinas, con descripciones ligeras y frescas, tanto de lugares como de personajes, que hacen de «Coctel Selva Negra» un texto entretenido. Escrito en primera persona y dividido en dieciocho partes, el flujo de la narración va acompasado con el ritmo de los tiempos modernos, para dejarnos finalmente una sensación de libertad que aun perdura momentos después de haber terminado la lectura.
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Giacomo, Silvina, Orson, Marcelo, Inana, Emiliano, Luis Eduardo, entre otros, son los personajes que pueblan este libro y los que caminan al borde de lo que es y no es, viviendo entre la atracción y los recuerdos, entre la entrega y el olvido, en un mundo a pesar de todo mesurado, sin exageraciones y aspavientos, pero lleno de cierta vitalidad divertida, y en donde la excepción parece ser la regla. El final, como no podía ser de otra manera, es la muerte en su quieta medida, representada en el anciano Monsieur Rémy, que es como una proyección en la que habrán de terminar todos luego de haber trajinado por las calles y haber amado y sufrido por igual. Pero, de manera general, «Coctel Selva Negra» no es un texto nada penumbroso, todo lo contrario, pues invita a leer desde sus primeras frases y a seguir con él línea por línea, sin el asomo de un entrometido bostezo.
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º Texto leído en la presentación de la novela CÓCTEL SELVA NEGRA, el jueves 17 de setiembre del presente, en el auditorio del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica.

EL ZOOLÓGICO ANIMADO de Abril Alonso

Escribe: Roger Antón
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Después de leer estos tres cuentos que el maese Abril Alonso puso a mi consideración para que escriba un prólogo, pienso en aquellas historias con las que fabulaba antaño, lanzando albricias a la imaginación de aquellos genios anónimos que nos formaron gracias a su reconstrucción de la tradición oral, vía pasajes como los de Blancanieves, Hansel y Gretel o El gato con botas. Y es precisamente aplicando el recurso de humanizar a los animales, de darles un lenguaje y, sobre todo, capacidad para conmoverse, el maese Alonso escoge a un intrépido cuy, una entrañable mamá conejo y un asombrado hámster como traviesos personajes para hilvanar una propuesta que sorprende, se trata pues de un imprevisto hallazgo que merece un lugar de privilegio en cualquier biblioteca.
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Aún no existe una tradición, en el Perú, de cuentos para niños, donde los personajes sean animalillos que nos enternezcan por el eje temático de sus hazañas, historias como, por ejemplo, la del Bagrecico que escucha respetuoso las aventuras del viejo bagre (Izquierdo Ríos); hay textos, pero dispersos, por eso este libro es valioso, marca un camino. Me atrevo a darle alas y buen viento. Si ya de por sí el contexto sobre el que se desarrollan las acciones de estos valientes Dientuditos son una invitación para que cada niño lo reinvente, Abril Alonso los dota de heroísmo al modo de los clásicos de Disney o de la Pixer.
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Hay pues lecciones cardinales que sostienen esta trilogía, eventos como el coraje del cuyecito, la ternura de mamá conejo, o el descubrimiento de un nuevo orden por el hámster, y su valor para defender a los suyos, son referentes fundamentales para acercarnos al concepto ético y esteticista que Abril impregna como marcas, por otro lado se puede afirmar que con estos Dientuditos los lectores quedarán maravillados y reconocerán en Alonso al contertulio con quien imaginariamente conversaban cuando niños. Con este libro, decía, se abre un camino, yo diviso las sombras de los pasos que, sin mediar razones, postulan para el puesto de ruta obligatoria que solo la curiosidad y las obras trascendentes ameritan.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Entrevista a CARLOS CALDERÓN FAJARDO

“Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros son perfectos para esa forma de momificación necrofílica”
Por Harold Alva
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El primer libro que leí de Carlos Calderón Fajardo fue La conciencia del límite último; desde entonces he seguido de cerca la obra de este narrador a quien hemos tenido el privilegio de publicar El viaje que nunca termina: la verdadera historia de Sarah Ellen (Ediciones Altazor, 2009); que presentamos la noche del jueves 24 de setiembre en el Centro Cultural de España. Los comentarios estuvieron a cargo de Rossana Díaz Costa, Luisa Fernanda Lindo y de Willy del Pozo. Sobre Sarah Ellen, lo gótico y sobre los narradores jóvenes, dialogamos en la siguiente entrevista.
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Publicó un adelanto de esta novela en 1993. Han pasado más de quince años y publica la versión definitiva ¿Por qué tuvo reposando tanto tiempo a Sarah Ellen?
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La novela durmió 16 años porque maduró dentro de mí. La volví a reescribir después del sismo del 2007, cuando se creó un culto en relación a ella, después de que un hombre salvó la vida cobijado bajo su tumba. En 1993 era todavía un vampiro, pero a partir del 2007 se convirtió en una santa de culto. La idea de una vampiro que hace milagros me fascinó, y me reenganchó con la historia.
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La vida como un viaje, el viaje como metáfora de una existencia que nunca se termina, representado en Sarah Ellen, la inglesa que se alucinaba Vampiro. ¿Existió realmente esta mujer o se trata de otra leyenda urbana?
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La mujer existió, la leyenda nacida en Pisco, en Perú, llegó a Inglaterra y fue muy publicitada en la prensa inglesa y varios periodistas británicos hicieron una investigación exhaustiva sobre esta mujer. En google se puede hallar estas investigaciones hechas en Inglaterra. Lo mío es una novela inspirada en la leyenda urbana peruana. No recreo la leyenda, la leyenda me sirve de punto de partida para continuar ampliando mi horizonte expresivo. Esta novela no es extraña al corpus de mi narrativa, se emparenta con el cuento Gyula, con el tema de los verdugos de ese libro y con los rasgos góticos de mi novela La conciencia de límite último, novela con la que El viaje que nunca termina está emparentada; ambas novelas fueron escritas más o menos en la misma época, en el 91 y el 93 en los tiempos que estaba fresca de la embriaguez de sangre que hubo en la guerra interna.
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Lo heroico en esta novela es el amor de Jhon P. quien se embarca en esta travesía secundando a Sarah, él es quien al no rechazar el modo de vida de su esposa, inventa a la falsa vampiro. ¿El viaje que nunca termina podría ser clasificado también como una novela de amor?
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Es una novela de amor. La narrativa gótica moderna, en el cine y la novela han derivado a ser novelas de amor. El vampirismo como tema novelesco siempre ha estado relacionado con el sexo y el amor. El vampiro siempre vive penas de amor y cuando muerde efectúa una especie de coito de sangre que, en términos de placer sexual, es incomparable.
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¿Por qué elegir a un romántico, el Capitán Álvarez, para que conduzca el navío donde viajaba la pareja?
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El romanticismo fue un movimiento literario, filosófico, de reacción a la razón moderna. Este rechazo a lo moderno, vuelve con la postmodernidad. Esta novela fue escrita en pleno debate filosófico sobre la postmodernidad. Hay un romanticismo reciclado postmoderno; el rechazo a una modernidad tecnológica que todo lo depreda: la muerte de la randomancia, de las novelas góticas; el capitán Álvarez representa la resistencia de la magnifica navegación a vela, donde el capitán controlaba las corrientes y los vientos y Álvarez es el rechazo a los buques modernos donde los aparatos son los que controlan el rumbo de la nave.
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¿Cuáles han sido los referentes literarios sobre los que construye esta historia? ¿Quiénes han sido los autores que han influido en su incursión al género gótico?
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Los referentes literarios son Bram Stocker, y la novela sobre El buque fantasma, de la que se hizo una película muy famosa y tiene que ver con una historia, la del Holandés errante, que está condenado a navegar sin fin; Wagner hizo una opera con esa leyenda El Holandes errante. Pero el referente fue la leyenda misma de Sarah Ellen sobre la que había mucha información en 1993.
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En el Perú no hay una tradición gótica, quizá un acercamiento en la obra de Clemente Palma, sin embargo no ha sido un género desarrollado por nuestros escritores, de allí que considero que El viaje que nunca termina se convierte en un referente histórico. ¿Seguirá explorando lo gótico? ¿Ha pensado en otra novela?
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Es cierto que en el Perú no hay tradición gótica, y si la hay. Gonzalo Portal Zubiate ha hecho una antología de 300 páginas sobre poesía peruana de filiación siniestra Urge púrpura (El lampero alucinado ediciones 2009). Y Elton Honores de San Marcos está preparando una antología de cuentos peruanos sobre vampiros. Temas hay para novelas góticas; los pishtacos, los saca ojos, los "roba caras". Etc
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De los nuevos narradores ¿a quiénes considera que debemos seguirle la pista?
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Esa pregunta es difícil de contestar, los hay fantásticos y realistas. Pero aún no se despunta un escritor en especial. Me interesan las narradores mujeres jóvenes. Claudia Ulloa, Rossana Díaz Costa, Alina Gadea, Julia Wong, yo creo que son a ellas a quienes hay que seguirles la pista.
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Los jóvenes lo leen como a un autor de culto ¿Usted cómo se califica?
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¿Cómo me califico? Como un hombre que ha perseverado más de 40 años en una misma vocación. Y lo que he hecho y hago, es intentar construir una obra personal, que busca en cada nuevo libro ampliar mi horizonte expresivo. Me importa poco, si soy famoso o no lo soy, si gano premios o no, si me internacionalizan o no, si las editoriales grandes se interesan por mí; en las alternativas me siento muy cómodo. No soy un gran escritor, si lo fuese ya me habría echado el lazo, el anzuelo, las grandes editoriales del mundo que andan buscando con lupa a grandes escritores, y no soy de culto, salvo para unos cuantos fans. Para ilustrar esto basta ver que sólo dos blogs publicitaron la presentación de mi novela. Eso de culto es un bluff. Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros (Siu Kam Wen, Adolph. CCF) son perfectos para esa forma de momificación necrofílica.

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Más obre Carlos Calderón Fajardo:

http://www.librosperuanos.com/autores/calderon_fajardo1.html

lunes, 21 de septiembre de 2009

Sobre COCTEL SELVA NEGRAº

Escribe: Harold Alva
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Cóctel Selva Negra, es el quinto volumen de una colección que Ediciones Altazor pone en nuestras manos, para sumergirnos en la literatura de un modo fresco, dinámico, hábil, particularmente es un honor que mi Burdel, osea mi novelita - no se asusten - sea el número cuatro, “cifra perfecta” diría Sergio Barandiarán con el desatado humor de sus respuestas. Pienso que una colección en la que participan Carlos Rengifo, el narrador urbano sobre quien escuchábamos mil y una historias en el centro histórico de Lima, durante la década pasada; César Sánchez, el Benjamín de la literatura peruana post 2000, quien ya nos ha entregado tres fantásticas novelas y Marco Cárdenas, el irreverente escritor que se atrevió a humanizar a Jesucristo con su Quinto evangelio, es, sin duda, un verdadero cóctel que nos llama como una tentación y por supuesto, Sergio Barandiarán, un provocador para aquellos que aún no se atreven a alimentar o construir una tradición de género en nuestra tan manoseada literatura.
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Sergio es filólogo, habla siete idiomas y medio, según nos apunta la biografía de la solapa de su libro, es guía de viajes y ha trabajado en diversas empresas en Alemania y Suiza, esto de por sí ya es una advertencia que nos permite especular sobre qué va su primera novela. Cuando Willy del Pozo me invita a que la presente, no hice sino agradecerle por la responsabilidad que significaría sumergirme en las historias de este desenfadado texto.
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Cóctel Selva Negra es el inventario de la memoria de un enamorado del mundo, su destreza para hacer amigos bien le habría valido tenerlo como un diplomático de fuste, Carlos Hayes, su personaje, hace de los territorios por donde suceden sus anécdotas una geografía cercana, es tal la naturalidad con la que narra que borra todos los kilómetros en la más exacta característica de lo que significa habitar una era global. Esta novela es, qué duda cabe, la expresión de un ciudadano del planeta que no se guarda nada por exorcizar sus demonios, y que de yapa exorciza los demonios de los otros, sus personajes, a quienes describe con una particular alegría y nostalgia.
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Yo diría que este Cóctel es mas que una novela homoerótica, está en esa línea, pero la trasciende, en realidad es odioso clasificar a un libro, pienso que cuando hablamos de literatura se debe hablar de libros más allá de afanes meramente clasificatorios que terminan excluyendo a un género de otro, el resto es accesorio, digamos que empleamos el término para darle una concepción moderna al amor y al deseo que cruza estas historias, y como aquellas expresiones son en su mayoría manifestaciones explícitas y sensuales, entre personas del mismo sexo, entonces acuño la odiosa palabrita.
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No voy a contarles tampoco de qué va la novela, eso sería como adelantarles el final de una película y seguro más de uno terminaría apagándome el micrófono, simplemente comentaré algunas escenas, algunas anécdotas como flashes de una cámara fotográfica que los ojos del buen Sergio han capturado para la perpetuidad. Se dice que una obra es de calidad cuando permite que nos reconozcamos en alguna de sus historias, de hecho que en este Cóctel nos reconoceremos en varias de sus páginas, desde la historia del jovencito que llega a estudiar con una beca a un país extraño, hasta en el fastidiado trabajador de una aerolínea que no sabe cómo renunciar y que se siente aliviado cuando indirectamente lo invitan al retiro, que es el mismo Carlos Hayes. O quién alguna vez no se ha sentido pésimo cuando, ya en confianza, la novia confiesa sobre los romances que ha tenido, y bueno, dos, tres o máximo cuatro experiencias sexuales son entendibles, pero cuando sigue enumerando a los amantes y la lista pasa la docena, de hecho que molesta, sin embargo con aquello de que “lo que no fue en mi año no me hace daño”, hay que, a regañadientes, sujetarse del silencio e ingresar, qué queda, otra vez, con ella, o con él, a la cama. Cuando Sergio titula Cóctel a su novela, da en el clavo, este libro es eso, un cóctel de situaciones, de anécdotas, de chismes, es tal el mundo de su autor que le ha pasado casi de todo, lo mismo a los personajes que nos presenta con esa cualidad de creador que no permite que le gane la tristeza en los trágicos episodios, o la fantástica historia de su amiga hermafrodita, el ejpectacular venezolano, la jubilada brichera, o sobre las mentiras de Gabi B. que lo ubican como un narrador que no se detiene e incorporar los elementos de la Internet para enriquecer esta novela. No voy a contarles el final, no se preocupen.
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Yo los invito a ingresar a la selva negra, Sergio ha escrito una novela con personalidad, el lenguaje como elemento ha sido el acertado, más allá de la sexualidad de las historias, como instrumento comunicante, permanece limpio, es, en efecto ese buscador infatigable que reclamaba Virginia Woolf.
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Yo felicito la publicación de esta novela, de este libro como lección de entrega, como resultado de búsqueda, de liberación. Cuando un autor se retira de los falsos cánones a los que nos arrincona la moral, estamos frente a alguien superior a su naturaleza mortal, la ha trascendido, un libro hace que el ser humano derrote a la muerte, el hombre se queda en su libro y el libro está condenado a no cerrar jamás los ojos.
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Con Cóctel Selva Negra la literatura ha ganado un nuevo hijo. Salud por el papá y salud por su partero.
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º Texto leído en la presentación de la novela CÓCTEL SELVA NEGRA, el jueves 17 de setiembre del presente, en el auditorio del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica. En la foto: Sergio Barandiarán.

martes, 15 de septiembre de 2009

ENTREVISTA A SERGIO BARANDIARÁN

“Quisiera que Coctel Selva Negra sirva para sensibilizar al público en cuanto a la diversidad de formas de amar y desear”
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Sergio Barandiarán

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Por Harold Alva
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Sergio Barandiarán ha escrito una novela desenfadada. Coctel Selva Negra (Ediciones Altazor, 2009) es un conjunto de historias de género que, al modo de El gran salto de Alberto Ciarriz, Contra natura de Álvaro Pombo, o No se lo digas a nadie de Jaime Bayly; nos transportan a un territorio donde los encuentros furtivos, las fiestas, los viajes y las tragedias son la línea que cruza e identifica a sus personajes; inmigrantes en su mayoría, acreditados con ese salvoconducto de ciudadanos del mundo, propio de la globalización. El lector que se enfrente a sus páginas, no dejará de sorprenderse con el manejo de las situaciones, las mismas que en un momento lo pueden situar frente a una novela de viajes, otras, inserto en las páginas de un diario y, en su mayoría, como el concentrado receptor de una inusitada confesión que lo dejará conmovido y sin fuerzas para cuestionar el universo homoerótico, presentado al fin, con un nivel en el lenguaje, que bien podría resumirse como ese buscador infatigable que, en su momento, reclamó Virginia Woolf. Sobre este variopinto Coctel conversé con Sergio, aquí les dejo la entrevista.

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¿Por qué escogiste la novela para iniciar tu carrera literaria?

Más que una elección consciente de género literario, Coctel Selva Negra es el resultado de un cuarentón en crisis que siente que se le va la vida y trata de reconstruir algunos fragmentos de ella para convencerse de que ha “vivido”.
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¿Has incursionado en el cuento? Te pregunto porque para tratarse de una primera novela, la estructura y el lenguaje nos presentan a un
narrador que tiene conciencia del oficio.

Si bien Coctel Selva Negra es mi primera publicación, he escrito algunos cuentos con cierta regularidad desde 1995. Lo que llamas “conciencia del oficio” proviene a lo mejor del hecho de ser un ávido consumidor de literatura, sobre todo de mis autores favoritos, y por ser un filólogo de corazón con una incontrolable afición a todo lo relativo al lenguaje. Me encanta por ejemplo jugar con el doble sentido como en la mayoría de títulos de los capítulos. También participé hace algunos años en un taller de escritura creativa.

¿A qué autores consideras tus referentes?

Exagerando un poco, te puedo decir que si quitas de mi biblioteca a Isabel Allende, Laura Esquivel, Jaime Bayly – las damas primero –, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, me dejarías casi huérfano de libros. Menos mal que tengo bastantes atlas altos y gruesos para rellenar esos espacios vacíos.
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Elegiste narrar en primera persona ¿Cuánto de Sergio Barandiarán hay en Coctel Selva Negra?

Por otro lado, los personajes co-protagónicos de cada capítulo los he creado a partir de personas reales, pero con las consabidas licencias de la ficción literaria para volverlos más pintorescos.El narrador y protagonista, Carlos Hayes, tiene de hecho bastante en común conmigo. Es básicamente un 'lorna' que se pasó todo el colegio estudiando y descuidó otras facetas importantes de la vida que más adelante tratará de recuperar con más o menos suerte.
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¿Has pensado en una saga de historias donde puedas continuar explotando tu condición itinerante? Te pregunto esto por el final abierto de la novela.

Lo que tengo bien claro, es que algunos de los personajes co-protagónicos, por ejemplo Monsieur Rémy, dan para una novela entera. También estoy maquinando una saga familiar ambientada totalmente en el Perú..Radicas en Alemania

¿Participas de su bohemia? ¿qué tan intensa es allá la actividad literaria?

Alemania es un país con una indudable tradición intelectual; tanto es así que ellos mismos se autotitulan “tierra de poetas y pensadores”. Basta pasar un otoño-invierno allí para entender por qué: Con ese frío, cielo gris y oscuridad, se dan condiciones óptimas para encerrarse en su escritorio o sala y dedicarse a escribir o leer. Como autor en lengua extranjera, he participado alguna vez en la “bohemia” de un simpático círculo de autores hispanos que se reúnen cada mes en Colonia.

¿Cuál es tu siguiente paso como escritor?

Antes que nada, estoy trabajando en la traducción al alemán de Coctel Selva Negra para poderlo lanzar en la Feria del Libro de Frankfurt en el 2010. Posteriormente, quisiera reflotar los cuentos que escribí entre el 95 y el 2007 así como embarcarme en el proyecto de saga familiar lambayecana-limeña que abarcaría todo el siglo XX y cuyo título lo tengo listo desde hace diecisiete años, falta tan solo el contenido.

En una frase: ¿Quién es Sergio Barandiarán?

Un itinerante con raíces más en el aire que en la tierra, con muchas dudas y pocas certezas, con poco amor al trabajo – no más de seis horas diarias, por favor – y muchas ganas de viajar por el mundo, probar las comidas típicas de cada lugar y a sus respectivos cocineros.

¿Qué papel juega el Perú en tu libro?

Teniendo en cuenta que la mitad de mi vida he sido extranjero, el concepto de “patria” se ha extendido a todos los lugares donde he vivido más de un año y experimentado eso que llamamos felicidad, donde he querido y me han querido, como Friburgo, Basilea y Frankfurt. En Coctel Selva Negra, aparte del narrador, hay otros dos co-protagonistas peruanos, el estudiante y cocinero Jaime así como la brichera jubilada Leticia. Todos ellos comparten la peruanísima pasión por la buena mesa. Tengo también claro que mi próximo proyecto de cierta envergadura tendrá como telón de fondo ya no la Selva Negra sino la multifacética geografía peruana.