domingo, 13 de diciembre de 2009

UNA LECTURA A FIC Y LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS DE JORGE TUME

Escribe: Lali García
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Creo que la primera noticia sobre un libro la hemos tenido gracias a las fábulas o a esos compendios de historias mitológicas que nuestros papás nos leían cuando éramos pequeños; aquellas historias donde los animales y las plantas conspiraban entre ellos y al final, siempre una moraleja nos trasmitía ese mensaje que debíamos aprender de memoria, y era curioso porque creíamos que de verdad el mundo se regía por la presencia de dioses que se enamoraban de mortales y que cada fuerza de la naturaleza tenía su propia esencia mística. Con el transcurrir de los años fuimos olvidando poco a poco estas historias y las labores cotidianas confabularon para que día a día nos alejemos de los libros, por supuesto eso es algo que aún esas labores no han conseguido, y qué bueno que aún ahora podamos encontrar en algunos libros la magia de esas fábulas que nos leían cuando éramos niños.
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Ingresar a FIC Y LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS, la novela de Jorge Tume ha sido un viaje al que invito a todos quienes tengan la oportunidad de tener el libro entre sus manos.
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FIC tiene el toque de magia de los libros a los que me referí al principio, Tume nos coloca frente a una inquietante fábula donde los animales se humanizan para, a través de ellos, entregarnos una lección de orden y de historia a lo largo de toda la trama. Lo curioso es que como sucede con las obras clásicas escritas para niños, la novela empieza con un acto de desobediencia del personaje principal: aquí FIC, el pequeño zorrito, como ocurre con Blancanieves, Pinocho o Pulgarcito, también desobedece y sale en busca de su propia aventura; y es gracias a eso que nos enteramos de un sinnúmero de mitos y leyendas de las costas del Pacífico con las que Jorge Tume hace de su obra un documento que alecciona desde cualquier interpretación valorativa, crítica o literaria.
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Y hay un elemento vital que le da consistencia a esta novela: los niños, los niños y su rebelión contra los adultos por liberar al personaje de la trampa en la que cae. En esos capítulos Tume le devuelve a los seres humanos la inocencia y los hace partícipes de un amotinamiento por la solidaridad y la libertad que pone en evidencia el sentido social que debe tener la literatura.
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Jorge Tume ha construido con Fic, una fábula que nos retorna no al niño sino a los niños que llevamos dentro, desde donde los límites no existen y lo ingenuo se torna esa fortaleza que nos permite mirar sin sobresaltos este mundo que los adultos no aprendemos aún a proteger, y esto es algo que hace que su lectura sea imprescindible, cuando estén embarcados con la historia se darán cuenta sobre lo importante de nuestras tradiciones orales, sobre lo valioso de salir a la calle sin el límite de llamarle a los árboles: árboles, sino Mateo, o Alana; o a los animalitos con quienes nos cruzamos a diario. Quizá y ellos sí entendieron su rol sobre el planeta.
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Estoy segura que disfrutarán con las aventura de este zorrito, felicito a su autor por entregarnos este hermoso relato, quienes no hemos olvidado algunas de las actitudes de cuando éramos niños, te agradecemos por dedicar tu tiempo a la construcción de esta fábula que ha hecho que recuerde aquellos años cuando creía que cada elemento de la naturaleza tenía sus propios dioses.
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La aventura empieza en la primera página: atrévanse a cruzarla.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Presentación de FRANCISCO CAOBA de HENRY QUINTANILLA y FIC de JORGE TUME este martes 8 de diciembre en la 30 FERIA DEL LIBRO

Este martes 8 de diciembre (es feriado, así que no hay excusas) a las 3 de la tarde, los esperamos en la sala LOS GENIECILLOS DOMINICALES, de la 30 Feria del Libro Ricardo Palma (vértice del Museo de la Nación); donde se llevará a cabo la presentación de FIC Y LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS, la primera novela del cuentista del desierto JORGE TUME QUIROGA y de las novelas EL MARAVILLOSO VIAJE DE FRANCISCO CAOBA y BUENA SUERTE FRANCISCO CAOBA de HENRY QUINTANILLA. Los comentarios estarán a cargo de los escritores GABRIEL RIMACHI SIALER y LALI GARCÍA. Los esperamos.
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Jorge Luis Tume Quiroga nació en Bernal (Sechura, Piura), en 1976. Es profesor egresado de la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), donde también hizo estudios de Derecho. Actualmente radica en Trujillo ejerciendo su labor docente y desarrollando proyectos de animación de lectura. La calidad de su pluma se encuentra garantizada por la Mención Honrosa en Poesía obtenida en los Juegos Florales de la UNT, organizados en homenaje a los 105 años de nacimiento del poeta César Vallejo. También ha realizado trabajos de investigación histórica expuestos en España y Francia durante los años 2007 y 2008. Es miembro fundador del Instituto para el Fomento de la Lectura y la Escritura (INFOLECTURA), dirige las revistas Amanecer bernalense y Semilla de papel, y es co-editor de la revista cultural Letra corrida de Trujillo. Ha publicado CUENTISTA DEL DESIERTO (2008) y FIC Y LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS (2009).
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Henry Quintanilla (Ayacucho, 1973) es el autor de EL MARAVILLOSO VIAJE DE FRANCISCO CAOBA. Producto de su amor por la naturaleza, acaba de publicar el segundo volumen de lo que ya se ha convertido en su victoriosa saga. BUENA SUERTE, FRANCISCO CAOBA continua con las aventuras de este árbol soñador que reverdece con fuerza en el corazón de nuestros niños. Ha publicado los poemarios EL MAR DE EVA, TRÓPICO DE VIRGO, el libro de cuentos LA HORMIGA ESPERANZA Y EL BURRO LECTOR y las novelas CARMEN ALTO y LOS ABUELOS DE MI INFANCIA.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Jhon P. Roberts, habla...


Te imagino correteando a las gaviotas
y te me vienes demasiado en el pecho:
esa jaula de aire donde te has escondido.
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Querida Sara:
El corazón de esta cárcel
Lleva fluvial este inconsciente cósmico
Donde guarneciste mi corazón
De ajos
................Cebollas
Y apartado
Aprendí escuchando el silencio de tus dunas
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Fui lejano cancerbero
―mefistofélico―
Gorgona de paso en tu hierro
Vil entre las crueles
Negada y maldecida por buscar lo que no se acierta
Súccubos artísticamente perfecto
De esta proa que acaricia los vientos del Pacífico
Como una peste
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Fíjate
Estoy frío: colmado de hielo
Embrutecido por el iris multicolor de tus pasiones
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He de zarpar con el viento
Y submarino penetrar en tu olor que es trópico de mi deshielo
Y pensar en lo dramático de la infatigable noche que se nos cae como el mar
Y nos enlútese
Robando cada día el instante de tu marfil
Y pernoctarlo
Para lubricar los ojos vampirizados de mi censurada existencia
Que es tu sombra
Y que esa sombra soy yo
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Así es como cultivado por esta gélida belleza
Que utilizas como poder sobre mi alma
Así es como vagabundeo por este despoblado
Que me oculta lentamente con el paso del sol
Como un recuerdo
Así fantasmal
Medio borroso entre las tropillas de arena
Disfrazado de desierto
Como nunca me concebí
Como una estrella de mar en el desolado
Un cadáver
Un mito terrible que huye de su propia peste
Que fue la heroína de tu niebla
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Haces surcos en la arena
Y yo sigo este caminito tan cerca del sol
...........Tan cerca de él
Y eso significa que ya voy muriendo
Ahora más cerca tuyo
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¿Me estás oliendo?
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Poema de Vanessa Martínez leído en la presentación de EL VIAJE QUE NUNCA TERMINA: la verdadera historia de Sarah Ellen; en el Centro Cultural de España.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Sobre FLOR DE RETAMA de MARCO CÁRDENAS

Escribe: Harold Alva
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Marco Cárdenas es un narrador que, sin proponérselo se ha ganado un espacio importante en el panorama de nuestra literatura reciente. Si bien lo ubico en un grupo de narradores en el que reuniría a Enrique Prochazka, Fernando Iwasaki, Luis Nieto Degregori, Pilar Dughi, Dante Castro, Carlos Rengifo y Ricardo Sumalavia; la prosa de Flor de retama sigue esa corriente fundada por Ciro Alegría y José María Arguedas, desarrollada posteriormente con acierto por algunos miembros del Grupo Narración (Oswaldo Reynoso, Augusto Higa o Gutiérrez) y Cronwell Jara Jiménez, Oscar Colchado y Dante Castro. Donde el lenguaje recupera su rol de actor social y se involucra a su contexto histórico, proyectándolo como un instrumento de denuncia que efectivamente comunica lo que este exige.
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Conocí a Marco Cárdenas gracias al Quinto Evangelio, su polémica novela editada hace ya algunos años; su aura desmitificadora me tuvo pegado a la historia durante algunas semanas, no sabía si felicitar al autor o echarle agua bendita al libro, todavía peco de cristiano; después vino Celda sin rejas, el libro de cuentos en formato de bolsillo que le editó Altazor hace tres años, para entonces yo estaba atento a la producción de este escritor, coterráneo de Urbano Muñoz, Sócrates Zuzunaga y Víctor Tenorio, narradores que estoy convencido la crítica oficial no tendrá pretextos para incorporarlos en el proceso de nuestras literaturas, y hablo de literaturas porque sería un error imperdonable pretender un canon de monopólicas raíces, hablo por eso desde una perspectiva múltiple, pluricultural, donde la tradición se mueve a medida que desde varios frentes se sigue produciendo obras escritas con el rigor de lo trascendente. De allí que podemos hablar, por qué no, de una literatura ayacuchana donde por supuesto identificaríamos como sus representantes a los autores señalados anteriormente; o una literatura libertense en la que no dudaría en mencionar a Juan Morillo Ganoza, Eduardo González Viaña, Ángel Gavidia o Danilo Sánchez Lihón; o una literatura piurana con Miguel Gutiérrez, Cronwell Jara, Rigoberto Meza Chunga o Cosme Saavedra y así podría seguir mencionando varias literaturas que en su conjunto construirían la gran literatura peruana, esa arquitectura por la que los críticos deberían preocuparse en construir si se pretende un estudio serio de lo que es todavía esa lucha contra la corriente por darle identidad a este proceso. Yo no creo por eso en la identidad del conjunto, pero sí creo en la identidad de una obra, en la identidad de un registro que en plena era totalizante o globalizadora se presenta con un esqueleto fuerte gracias a la honestidad de quien la escribe, de quien no se traiciona.
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Yo percibo por eso en Flor de retama un libro que no me aventuraría pese a los temas en ubicarlo en esa literatura de la guerra a la que seguro algún apresurado lector denominaría, un libro que trabaja con efectividad el monólogo, la primera persona, la segunda y cuyos vasos comunicantes radican en la variopinta gama de posibilidades para fabular, como sucede con “Las antropólogas” el cuento que abre el libro, donde Marco da una clase magistral de cómo puede hacer que conviva el humor con la tragedia, o los diálogos en el “Charanguista”, o en el texto que le da título al libro, donde el escritor asume su responsabilidad de denuncia y pone en evidencia ese sistema ruin que manejaron las fuerzas del orden para combatir a la violencia, y que concluye con una imagen terrible: “un burro rebuzna a lo lejos”, para referirse a la libertad como utopía, esa flor que no debe pedirse sino tomarse y que acaso tomó Cárdenas para construir este documento que lo presenta como uno de los narradores calificados para escribir sobre esas épocas. O “Rafaelito”, donde se vale de un niño como personaje para escribir sobre el arrepentimiento.
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En suma, estoy seguro que con Flor de retama, Marco ingresa con buen pie, aunque seguro esto tampoco le interese, a la fila donde militan los narradores pura sangre, aquellos a los que con el poeta Alberto Alarcón, con esa oscuridad propia de quienes escribimos, comparamos con los asaltantes de bancos, esos sujetos que se preocupan al detalle no tanto en cómo ingresar al banco sino en cómo salir y que consideramos lo mismo pasa con los escritores de verdad: aquellos que más que saber cómo ingresar a contar su historia, se preocupan en cómo finalizarla, en cómo ponerle punto final, sin dejar una estela de fracaso, sino de tarea bien cumplida, de impecable siniestro que le deja mucho o nada a la imaginación de quien se acerca.
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Felicito entonces a Marco Cárdenas por su impecable siniestro.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Teorema del anarquista ilustrado: Enrique Verástegui o la lucha por escribir.

Harold Alva, Róger Antón Fabián, Enrique Verástegui y Willy del Pozo
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Por: Roger Antón Fabián
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“De tal manera está hecha la vida, que cuando más locura se pone en ella, más se vive; la tristeza es la muerte”
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura

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El nombre de Enrique Verástegui convoca a muchos seres a la vez: A ese jovenzuelo de apenas diecinueve años que, en los primeros días de abril de 1970, viajó con Jorge Pimentel al norte del Perú y allí editaron la revista “Hora Zero-Chiclayo-70” donde publicaría sus primeros poemas. A aquel estudiante sanmarquino, que almorzaba en el Comedor universitario de Cangallo, al lado de la Morgue de Lima y que por aquel entonces pensaba que en un país como el nuestro, donde la carrera literaria apunta hacia destinos no literarios, el primer deber estricto de un escritor era precisamente dejar de escribir. Ese joven osado, amante de la poesía, que sin tarjeta de presentación, padrinos ni recomendación alguna, se presentó en las oficinas de Milla Batres para ver si podían publicarle sus escritos. Ése que publicó En los extramuros del mundo, obra precozmente madura, que escribió en el Centro Federado de Económicas, envuelto por esa terrible soledad del emigrante, e inspirada –qué duda cabe– en esa voz romántica de los estudiantes provincianos que vivían en las oscuras pensiones cerca de la Universidad de San Marcos, y que pensaba que había un deleite rilkeano en “esencializarse” a través de la escritura cuando entonces escribir era tan solo un acto secreto e inconfesable. El que afirma que el azar de la historia le puso en contacto con el grupo literario Hora Zero, aquellos desaforados que se interesaban por fundar una nueva literatura en el Perú. Aquel polémico Verástegui que con ánimo sanamente parricida en 1972 declaraba que César Vallejo, piedra sagrada y an­gular de nuestra poesía, era tan solo un mito, un gusto, que no le interesaba porque era de una falsa vigencia dado que a él le importaba la poesía a nivel de estructuras y ritmos, y que manifestaba que no leyó a Vallejo porque en su pueblo no había libros de él y que cuando ya tarde alcanzó a leerlos, no le interesaban.

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Con el tiempo quizá ha perdido ese aire de ángel maldito, esa aura mítica ganada muy a su pesar, que se erigió, tan luego de ser catalogado como uno de los más importantes poetas de Latinoamérica y el mejor poeta joven de habla castellana a ambos lados del Atlántico, y con razón en el año 1976 obtuvo la beca Guggenheim, a solicitud de un grupo de escritores mexicanos entre los que se encontraba nada menos que José Emilio Pacheco y durante algún tiempo recorrió casi toda Europa.
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Y vuelven otras imágenes: el estudioso del fracaso poético de las generaciones de poesía peruana, basándose en las teorías de Derrida, Kristeva y Deleuze a fin de no repetir errores y que ahora ya no teoriza en el plano de las luchas generacionales. Ese otro que seis años después de la consideración sobre Vallejo, representando a la comunidad peruana, leyó sus poemas ante la tumba del poeta, lo que le valió las congratulaciones de Julio Ramón Ribeyro, por entonces cónsul del Perú ante la Unesco, que se había unido al homenaje, y, que extrañamente fue considerado como “enemigo” en su diario personal La tentación del fracaso, por la firma de un manifiesto equívoco.
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Pero este escritor entrañable durante los casi cuatro años que permaneció en París vivió ahí algunos de los momentos más hermosos y felices de su vida, ya que colaboró en numerosas publicaciones académicas y periodísticas de América Latina y Europa, sus poemas aparecieron en revistas como la que dirigían Octavio Paz y Julián Ríos; y ni qué decir tiene, concluyó El motor del deseo, asimismo escribió Angelus Novus y Taki Onqoy, en un estado de absoluta inspiración: sentía que levitaba después de catorce horas de escritura en respuesta a esa necesidad de escribir y que en vez de sumergirse en las drogas siguiendo a un equívoco Aldous Huxley, prefirió siempre investigar, el trabajo de campo y la biblioteca, el hablar con la gente y leer desmesuradamente. El que escribía desnudo, hacía el amor, se sentaba a la mesa y borroneaba inmediatamente las sensaciones que habían pasado por su mente.
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Aquel lector y devoto de Oquendo de Amat, ese poeta de camisa colorada y su Cinco metros de poemas admirado éste también por Allen Ginsberg y Roberto Bolaño, seres que no están por encima de su valía, con relación al primero se unió a un homenaje que los intelectuales del mundo entero le rindieron al poeta en la Residencia de estudiantes y artistas americanos de París. A Roberto lo conoció cuando vivía con Carmen Ollé y su hija Vanessa en Barcelona, pues él iba a la casa de ellos, se hizo amigo, aunque luego viene una historia de enemistad al salir a la luz Los detectives salvajes. El auscultamiento y la rivalidad no declarada –y manifiesta– entre grandes es tarea cotidiana; además, valgan verdades, cuando Roberto era un emigrante desconocido en Madrid, “pobre como una rata”, al decir de Javier Cercas, Enrique ya era considerado el mejor poeta latinoamericano, y quizá eso fue lo que originó ese impasse, por cierto alguna vez Hora Zero tuvo una relación de cordialidad y hermandad también con ese grupo de locos llamado los infrarrealistas. Y quizá diga esto porque sirva como lección a escritores y poetas jóvenes: la literatura de verdad no es un mundo de rosas y aromas.
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Quiero decir que el amigo parisino de Severo Sarduy, de Saúl Yurkievich, Pere Gimferrer, Jordi Royo entre otros, este diarista personal que interrumpió su escritura a raíz de la muerte de su padre; separado de su esposa, la también poeta Carmen Ollé, que retornó al primordial San Vicente de Cañete y volvió a la Molina donde a veces se suele aburrir a rabiar, aquel escritor lleno de inéditos que manifiesta que las matemáticas son un placer mental que le permite reflexionar; este cantante de ese “Himno a París” como ninguno, es autor de una obra vasta y querida con profundo afecto por las distintas generaciones posteriores a él. ¡Sigue escribiendo Enrique Verástegui!
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La profesora argentina de griego y latín, Alba Delia Fede, estudiosa de la obra del escritor, se pregunta: ¿Quién es Enrique Verástegui? ¿Qué piensa? ¿Cómo escribe? ¿Cómo se registra en la literatura de su país y del mundo? Y quizá la respuesta sea que este hombre, de abuelos africanos, vascos, chinos e incas es la suma de una vida llena de experiencias, de luchas, de paz, de viajes extensos, de mucha concentración en su lucha por escribir, esa figura no desleída a pesar de las vivencias muchas de ese jovenzuelo audaz y empecinado que tuvo la lucidez y la locura necesaria para asumir una vocación embargadora, ese proyecto de escribir un libro total, como una decidida y determinante inmolación.
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Ese y todos es nuestro Verástegui querido. Él y todos juntos han escrito esta novela que ahora editamos. Separar la vida de la obra es un tema polémico en todo caso siempre hay vasos comunicantes y una suerte de alter ego se instala entre los personajes y las creaciones, así la mejor manera de acercarse a la vida de un escritor es leyendo sus obras. Ahí esta todo. ¿Acaso ese niño basketbolista que fue tiene alguna relación con Rigolleto, el anarquista?
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Mezcla de erudición con una sutil vena poética, Teorema del anarquista ilustrado es una suerte de ensayo sobre lo erótico y el amor. Al decir de Maynor Freire, el poeta peruano Carlos Oquendo de Amat hurta de Elogio de la locura un verso de Erasmo de Rotterdam para uno de sus hermosos poemas: “Tuve miedo y me regresé de la locura”, Verástegui inicia su libro con un epígrafe de Rotterdam: “De tal manera está hecha la vida, que cuando más locura se pone en ella, más se vive; la tristeza es la muerte” que es quizá la clave de la obra. Rigolleto, el narrador, es un provinciano y anarquista, un hombre ilustrado, que cuenta el ingreso a un nosocomio limeño para enfermos mentales, él también escribe, lee a Todorov, Swedenborg, San Juan de la Cruz y la Epístola II de Pablo a los efesios; a la mañana siguiente de su llegada empieza a planear la fuga con varias opciones de prevención si algo falla, todo en respuesta a la necesidad inmediata de huir pues surge una reñida contrariedad hacia la medicina psiquiátrica que emplea métodos anquilosados para los males del alma como los electro-shock. Él no puede pasarse en una jaula cuando el encierro más grande es una abstracción. Rigolleto, luego de un tiempo amante furtivo de las mujeres solteras del hospital, trama una fuga general a partir de un partido de basquetbol, aunque la huida del recinto se inicia con sus escritos, sus debates planteados a los psiquiatras y sus actos de amor con Esther quien, había llegado ahí por error, según decía ella, al quemar un pantalón al marido, y que aparte de detenerse horas mirando inmóvil el suelo, cual Penélope, teje una chompa de color lila, cuello grueso y cerrado a lo Jorge Chávez para Rigolleto. A él se le ha encargado desarrollar el “Efecto de Doppler”: una reflexión sobre la realidad que vivió su infancia, algún hecho mínimo desde su propia interioridad: que es una obra de arte dentro de otra obra de arte, una suerte de metaliteratura, un pretexto para narrar con bellas imágenes poéticas en papeles disímiles, respondiendo a tres perspectivas diferentes: primero, la infancia de San Vicente de Cañete, al sur de la hacienda Arona; luego, los acuerdos con la señora Le Prince para huir del manicomio, y, al final, la metáfora de la belleza y el acto de escribir. Todo dentro de las diferentes posibilidades de significación que trae consigo toda comunicación, así el psiquiatra (y el lector) comprenderá que el texto tiene que haber sido elaborado bajo esas tres perspectivas donde sobresale, qué duda cabe, el interés por escribir.
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Esther quizá se quedaría ahí toda su vida, pero él tenía que huir, para continuar con su prédica porque se debería de estar preparado para cuando ocurra el Apocalipsis, que traerá la destrucción de toda iniquidad sobre la tierra, “sobre los postes de los alumbrados colgarán los pescuezos de los siniestros burgueses y los perros saltarán para tragarse sus ojos, las masas hambrientas se arrojarán contra las puertas de los supermercados”.
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Conjuntamente con El Bronco, un foraja y guarapero de las chinganas de Lima; el Charapa, quien afirmaba montarse a su mujer cuatro veces al día; el Zurdo, el Loco, el Silencioso y unos pocos más conforman el intrépido equipo: los neurasténicos, esa multitud de locos con miradas perdidas a los que Rigolleto arengaba a rebelarse contra la situación que vivían. En ese partido de basquetbol se enfrentarían las dos teorías contrapuestas: de los psiquiatras y la de los internos. Si algo no resultaba como estaba planeado prevenían un amotinamiento, solo dejarían a los que pudieran entrar en crisis.
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Por el cuestionamiento sobre dificultades en que el hombre contemporáneo aún no ha podido responderse con certeza Rigolleto tuvo que vérselas con una persecución que concluyó en su reclusión del cual fugó para testimoniar ante el mundo que lo inverso de la razón era precisamente el mundo que lo llevó hasta el hospicio; porque la locura era mera apariencia de racionalidad y la razón era igual a la perversión: guerras, masacres, genocidios impuestos hasta el punto que si nos oponemos nos califican como “locos”, ahí la “teoría anarquista de la existencia.”
Ya en el juego los psiquiatras estaban atentos, cuando de pronto los internos subieron sobre los muros, saltaron los sembríos y corrieron entre los surcos mientras las sirenas aullaban y ellos divisaban la casa de la señora Le Prince a quien en los “días de permiso” podían visitarla. ¿Qué fue de Rigolleto? Se escapó en la maletera del auto de Suzette, una joven psicóloga casada con un viejo psiquiatra del hospicio, a la cual enamoró. Ese paciente era él.
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Pensada puntualmente y escrita en una semana El teorema del anarquista ilustrado, fue elaborada hace algún tiempo de un solo golpe, sin una sola corrección con una damajuana de vino y unos cuantos cigarrillos. Nunca leo una novela hasta el final, siempre me eximo de leer la última frase o palabra, es una manera de postergar un viaje y volver a la obra de arte, pero esta ha sido la excepción. Era necesario saber esa última palabra, la conclusión que puede resumir toda la novela –digo mejor toda la obra de Enrique Verástegui. Palabra que no voy a decir obviamente, pero que he tratado de insinuar, quizá en vano, en toda esta reseña. Ahora solo queda atisbar el libro en sí, esta obra que nuevamente seguirá el camino de su propio destino, la estrella y rumbo que le ofrecerá usted como lector siendo un buen o mal amante de este cuerpo erotizado encarnado gratamente ahora en texto.
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Discurso pronunciado en la 30 Feria del Libro Ricardo Palma, el miércoles 2 de diciembre, en el Auditorio La Palabra del Mudo, en la presentación de la novela TEOREMA DEL ANARQUISTA ILUSTRADO de Enrique Verástegui.

Presentación de FLOR DE RETAMA de MARCO CÁRDENAS

Los esperamos este viernes 4 de diciembre en la presentación de FLOR DE RETAMA, libro de cuentos de Marco Cárdenas, a las 8 de la noche en Jr. Rodrigo de Mazuelos 312 (antes Jr. Junín), Magdalena, cruce con Javier Prado y Av. Brasil. El libro forma parte de la Colección de Arena de nuestra editorial. Los comentarios estarán a cargo de los escritores Jesús Cabel y Harold Alva. El ingreso es libre. Los esperamos.
Marco Cárdenas (Huanta, 1962). Es administrador de empresas. Integró la Asociación Cultural Libro Abierto (Lima) y fue Presidente de la ANEA (Ica). Fundó talleres y revistas de literatura en Ica, donde residió por varios años. Se dio a conocer como novelista tras la publicación de su libro El quinto evangelio, que causó polémica en el ámbito literario y social. También es autor del libro de cuentos Celda sin rejas (2005) e integra las muestras antológicas de narrativa, Ocho hacia el infinito (2004) y Allpamanta (2007).

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Entrevista a ENRIQUE VERÁSTEGUI sobre la publicación de TEOREMA DEL ANARQUISTA ILUSTRADO

Por Ernesto Carlín
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En 1992 apareció la novela Teorema del anarquista ilustrado como parte de una trilogía titulada Terceto de Lima. Más de una década después, vuelve a las librerías el libro de Enrique Verástegui.
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Usted contaba que este libro lo escribió en una semana sin modificar. ¿Qué tanto hay de leyenda en esto?
Parte es leyenda, parte es cierto. Esta nueva edición no tiene ninguna corrección respecto a la primera edición de 1992.
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¿Cómo surgió la idea de este personaje?
Es una novela sobre la locura, que como diría Erasmo de Rótterdam es necesaria porque alegra la vida. Se trata de la experiencia de un joven de 20 años en el manicomio del Asesor, que es internado por sus familiares y trata de huir de allí en un partido de básquet.
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¿También se podría entender como un elogio al ser distinto?
Sí, pues. Está ambientado en la época en que está muriendo el movimiento hippie, y los pocos que quedan son encerrados en el manicomio. Además, el personaje hace una metáfora de la ciudad con el manimomio.
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¿Lo motivó alguna experiencia al escribir esta historia?
En parte es real, y en parte es irreal en la medida que es imaginaria. En los años 70 tuve una experiencia con el hospicio por dos meses que me llevó a plantearme reflejarla en un texto literario. No tanto la experiencia biográfica, sino lo que he visto. Pero lo he embellecido, porque la locura es una experiencia sórdida.
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¿Existe un idealismo cuando se habla de locura?
Sí, porque la locura es la metáfora de la aventura. Siempre abundará ese idealismo respecto a la locura.
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¿En qué género se siente más cómodo? ¿En narrativa, poesía, ensayo, teatro?
En todos los géneros me siento cómodo. Yo pensaba dividir mi vida de tal forma que para la vejez me iba a dedicar a los cuentos. Tengo un libro de cuentos, y espero publicarlo alguna vez para continuar escribiendo cuentos. No abandono la poesía. He hecho ocasionalmente teatro y tengo una novela de ochocientas páginas que pienso publicar cuando encuentre editor.
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Se cuenta que Mario Vargas Llosa le alabó su novela.
Sí, es verdad. Y también la alabó Julio Ramón Ribeyro. Él me mandó a decir con Patricia de Souza que le había gustado mucho. A mí, personalmente, Mario Vargas Llosa me dijo que no sabía si estaba ante un estudio de sicología, sociológico o ante pura ficción.
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¿Qué le parece Vargas Llosa?
A mí me gusta.
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¿Cuál es el autor de literatura peruana que más le gusta?
Julio Ramón Ribeyro me ha gustado siempre por Crónicas de San Gabriel. Y José María Arguedas por Los ríos profundos. Esta novela tiene una fuerte influencia de Arguedas al describir los paisajes en la segunda parte.
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Datos:
Señala que trabajará textos paralelos a su libro perdido El saber de las rosas, pero que no piensa reescribirlo por ser demasiado extenso. Teorema del anarquista ilustrado será presentado esta noche a las 19:00 horas en la feria del libro Ricardo Palma. Los comentarios estarán a cargo de Paul Guillén y Róger Antón Fabián.
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martes, 1 de diciembre de 2009

2 de diciembre: Presentación de TEOREMA DEL ANARQUISTA ILUSTRADO de ENRIQUE VERÁSTEGUI

Este miércoles 2 de diciembre a las 7 de la noche, los esperamos en la sala LA PALABRA DEL MUDO, de la 30 Feria del Libro Ricardo Palma (vértice del Museo de la Nación); donde se llevará a cabo la presentación de TEOREMA DEL ANARQUISTA ILUSTRADO, la novela del poeta leyenda ENRIQUE VERÁSTEGUI. Los comentarios estarán a cargo del poeta Paul Guillén y del narrador Roger Antón Fabián. Los esperamos.