jueves, 22 de julio de 2010

El vuelo de Altazor

Escribe: Leonardo Valencia
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Fue en 1931 cuando el poeta Vicente Huidobro publicó uno de los mayores poemas de América Latina: Altazor. Siete cantos y un prefacio donde la figura poética de Altazor salta al vacío en un paracaídas imaginario y en su vuelo el lenguaje vibra con posibilidades transgresoras, impulsadas por la vanguardia y por la visión cosmopolita de Huidobro, abriendo nuevos caminos para la literatura del continente. Este mismo nombre, Altazor, es el que adoptó una editorial peruana hace quince años y que ahora hace el lanzamiento de siete autores –en coincidencia simbólica con las siete letras del poema de Huidobro– que provienen de diferentes países latinoamericanos: Oliverio Coelho, de Argentina; Claudia Apablaza, de Chile; Ernesto Carlín, de Perú; Jorge Enrique Lage, de Cuba; Pedro Peña, de Uruguay; Juan Ramírez Biedermann, de Paraguay, y de Ecuador, el narrador guayaquileño Miguel Antonio Chávez.
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¿Cuál es la importancia de este acontecimiento editorial? Habría que leerlo en una perspectiva mayor, recordando que luego de la crisis que tuvieron en los últimos veinte años del siglo XX las editoriales latinoamericanas, la proyección para los nuevos autores requirió un peaje editorial por España. Las dificultades para la circulación de los libros entre los países de América Latina eran difíciles, y lo siguen siendo, pero el auge de herramientas como internet han permitido franquear el aislamiento.

Precisamente ha sido en la última década que, frente a la línea marcada por la orientación editorial española –la que en algún momento denominé “el gran embudo” que ha encauzado a la literatura latinoamericana en los salones de Madrid y Barcelona–, las pequeñas editoriales de Argentina, Perú y México se esforzaban por dar a conocer otras versiones, sobre todo, notable en una serie larga de antologías recientes. El esfuerzo ha sido admirable e incluso editoriales argentinas como Beatriz Viterbo o Adriana Hidalgo, o Norma de Colombia, han llegado a tener presencia en España, mínima pero activa. Llamativo es el esfuerzo de otra editorial argentina como Eterna Cadencia por publicar autores de otros países latinoamericanos y darlos a conocer. Lo que ha hecho Altazor, con iniciativa privada, alcanza el rango de lo emblemático, porque además realiza el esfuerzo de llevarlos por Perú en lo que han denominado la Primera Gira de Novelistas Latinoamericanos. Están visitando ciudades como Huanta, Tarma, Huancayo, Chimbote, Trujillo, Chiclayo, Piura, y concluirán en la Feria del Libro de Lima la próxima semana, donde serán presentados por Carlos Calderón Fajardo, otro autor de Altazor y uno de los escritores peruanos que falta descubrir en Ecuador, con el que tiene muchos vínculos desde hace décadas. He leído a varios de los siete autores de Altazor y puedo decir que su escritura se escapa de los rangos de legibilidad simplificada, de los requerimientos para lectores medios a los que el lenguaje se somete, porque apuestan por sintaxis y ritmos arriesgados y novedosos.

La historia editorial de América Latina tuvo momentos estelares que no pueden olvidarse, como ocurrió con sellos como Joaquín Mortiz, Emecé, Oveja Negra o Losada, pero todas terminaron replegándose y cerraron. Lo que ha hecho la peruana Altazor es admirable y señala una nueva época continental para las editoriales latinoamericanas.

Fuente: http://www.eluniverso.com/2010/07/20/1/1363/vuelo-altazor.html?p=1362&m=260

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